Esta semana, Estados Unidos recibe al Papa Francisco en Washington, Nueva York y Filadelfia. Entre toda la emoción y la ansiedad por lo que dirá en su discurso, una cosa ya quedó clara. Él llega a una iglesia y un pueblo estadounidense que están siendo rejuvenecidas por nuestra población hispana.
La primera visita a los Estados Unidos del primer papa latinoamericano coincide con otro evento importante: el 450º aniversario de la fundación de San Agustín, Florida. 42 años antes de Jamestown y 55 años antes de Plymouth Rock, los españoles comenzaron el proceso de establecer asentamientos permanentes en los cincuenta estados y trajeron consigo la fe católica, las tradiciones culturales y familiares ibéricas y la lengua española. Como católico y presidente honorario del Consejo EEUU – España, estuve presente con el Rey Felipe VI y la Reina Letizia en el altar de la primera parroquia católica en los Estados Unidos en San Agustín y escuché al obispo Felipe Estévez darles las gracias por el apoyo que sus ancestros brindaron para introducir el catolicismo a la Florida en 1565.
La visita del Papa durante el Mes de la Herencia Hispana resalta ese aniversario y nos recuerda que nuestra nación tiene raíces hispanas desde su origen. Que estos eventos coincidan es propicio ya que el diálogo actual en la campaña presidencial insinúa que la migración hispana es un fenómeno nuevo y peligroso. Dígale eso a las familias latinas en la Florida, Texas, Nuevo México, Arizona, California, Colorado y los demás estados que pueden trazar sus conexiones a este país diez generaciones o más. Más de 54 millones de personas de origen hispano habitan en los Estados Unidos, casi 17% de nuestra población.
Los discursos del Papa – muchos qué serán en español – nos recuerdan que el idioma español ha sido parte de este país mucho antes de que fuera fundado. Sarah Palin recientemente ordenó a que los candidatos a la presidencia y los inmigrantes nuevos “hablaran americano”. Desde 1565, hablar español significa hablar americano – un hecho que noté cuando di un discurso en español en el pleno del Senado apoyando la reforma migratoria en junio de 2013. Hoy, más de 50 millones de estadounidenses hablan español y la pasión de nuestros estudiantes por aprender español está en su apogeo. Ya que el español y el inglés son el segundo y el tercer idioma natal más comunes (después del mandarín) el aumento del bilingüismo en los estados unidos es cada vez más útil en la economía mundial.
La iglesia católica en los Estados Unidos está profundamente conectada a nuestra población latina. Desde el 2007, el porcentaje de católicos estadounidenses que se identifican como hispanos creció del 29% al 34%. Un estudio sobre el crecimiento de la iglesia entre 2005 y 2010 encontró que casi 40% de los miembros nuevos eran latinos. Por eso es fácil comprender cómo la iglesia estadounidense ha acogido un jesuita latinoamericano.
El Papa argentino también llega en un momento cuando los Estados Unidos está renovando nuestras relaciones diplomáticas en las Américas. Nuestra nación, por lo usual, ha manejado su diplomacia como si sólo existiera un eje este-oeste con intereses en Europa, la Unión Soviética, Japón y Corea, el Medio Oriente y China que sucesivamente han dominado nuestra estrategia durante nuestra historia de 240 años. Incluso cuando hemos prestado atención a las Américas – durante la administración Monroe, la guerra hispano-estadounidense o la guerra fría – nuestro enfoque ha sido rechazar la influencia externa europea más allá de la construcción de verdaderas alianzas. Pero con el crecimiento de nuestra población hispana y el comienzo de nuevas relaciones diplomáticas con Cuba, Estados Unidos encuentra que es más fácil participar en la diplomacia, el comercio y la cooperación militar a través de las Américas. Así es como debería ser. Somos 35 naciones y varios territorios – casi mil millónes de personas. Todos somos americanos – del norte, sur y del centro – sosteniendo un lazo común con el mismo nombre “americano”, que el navegador italiano Américo Vespucio quién fue contratado por la familia real española para cartografiar el nuevo mundo que Colón descubrió.
Cuando trabajé con los valientes misioneros jesuitas en Honduras hace 35 años, jamás me imaginé que un jesuita latinoamericano lideraría mi iglesia al mismo tiempo que mi país estaría redescubriendo y celebrando sus raíces hispanas. La visita del Papa marca esta convergencia de una manera milagrosa. Espero que estemos listos para aprovechar la oportunidad que su visita y este momento extraordinario presentan a nuestra nación.